La desesperación, hambre y cansancio se han apoderado de los migrantes que viajan solos una vez llegan a la frontera en Reynosa, México, y se topan con la triste realidad de que no pueden ingresar a los albergues debido a que la prioridad son las familias. En esta situación, afirman los mismos inmigrantes, hay unas 1,500 personas.
Los inmigrantes se han visto obligados a dormir en la calle y pasan múltiples necesidades previo a que puedan cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Esto no solamente le ocurre a los jóvenes que viajan solos. Los adultos mayores que viajan sin familiares también están atravesando por este mismo dilema.
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"Uno puede comer un día y otro día no", explica una migrante haitiana mientras que otro migrante de Honduras en su misma situación añade que no encuentra trabajo para poder subsistir.
Un migrante hondureño lleva un mes durmiendo en la calle y esto causa que no pueda alimentarse adecuadamente ni asearse de forma adecuada. Mientras tanto, los días pasan y estas personas se encuentran en una encrucijada.
