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Lula da Silva cumple 75 años a la sombra de un juicio y en medio de la pandemia

El expresidente de Brasil permanece en cuarentena desde marzo para protegerse del coronavirus.

Telemundo

SAO PAULO, Brasil - El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva cumplió este martes 75 años alejado de la primera línea del frente político y pendiente de un juicio previsto para este mismo martes para analizar un recurso de una de sus condenas por corrupción, pero que acabó siendo aplazado.

La justicia podría haber llegado a amargar su cumpleaños en caso de mantener el proceso fijado para el martes en el Tribunal Superior de Justicia, que debía analizar una apelación presentada por la defensa de Lula en relación a su primera condena.

En ese proceso Lula ha sido condenado en tercera instancia a 8 años y 10 meses, pena de la que ya ha cumplido una sexta parte en la cárcel, por favorecer a la constructora OAS en unos contratos con Petrobras, por lo que habría recibido a modo de soborno un apartamento de tres plantas en el litoral de Sao Paulo.

Ya sin ese juicio a la vista, el antiguo líder sindical nacido en Garanhuns en 1945 conmemoró su aniversario en un acto privado y sin grandes celebraciones, aunque hubo diversos homenajes virtuales por parte del Instituto Lula y del Partido de los Trabajadores (PT), la formación que ayudó a fundar en 1980 y que aún lidera.

El exmandatario (2003-2010), sobre quien pesan dos condenas por corrupción y otras tantas denuncias, permanece en cuarentena desde mediados de marzo para protegerse del nuevo coronavirus y se ha trasladado al mundo virtual, un campo en el que el no ha conseguido ser el "animal político" que siempre fue en los mítines de calle.

Desde las redes sociales y con constantes entrevistas, el antiguo líder sindical intenta mantener vivo el legado del PT, especialmente de cara a las elecciones municipales del próximo noviembre, en las que se prevé un resultado poco halagüeño para la formación progresista que gobernó Brasil durante 13 años.

En Río de Janeiro ya hay conciertos al aire libre, a pesar de que Brasil sigue siendo uno de los países más afectados por el COVID-19.

Pero la garra política del principal líder de la izquierda brasileña no es la misma desde que se intensificaron sus problemas judiciales, los cuales le condujeron a prisión durante 580 días entre abril de 2018 y noviembre de 2019.

Desde entonces, el exgobernante, quien recurre a su condena en libertad, ha estado más centrado en defender su inocencia que en levantar el vuelo del PT, completamente noqueado tras la victoria del líder ultraderechista Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de 2018.

El antiguo tornero mecánico, quien se encuentra inhabilitado políticamente tras ser condenado por corrupción, también se ha volcado a su vida personal tras conocer a Rosangela, con quien comenzó una relación estando todavía en la cárcel y tiene planes de casarse una vez termine la pandemia del nuevo coronavirus.

Este lunes entraron en vigor nuevas medidas en partes de España para tratar de controlar el nuevo brote de coronavirus, y en Alemania muchos salieron a protestar porque no están de acuerdo con las restricciones, mientras que en Brasil inauguraron un monumento en honor a las víctimas de la pandemia.

Sin Lula de lleno en el ring político, la izquierda brasileña se ha movido a ciegas en el campo de la oposición y no ha conseguido convertirse en un contrapeso a Bolsonaro, quien ha encontrado en la derecha más moderada, concretamente en el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, su principal azote.

El propio PT ha centrado todos sus esfuerzos en hacer campaña a favor de su principal líder y ha dejado enterrado el debate sobre la sucesión de Lula, quien, en caso de que la justicia se lo permitiese y él mismo aceptase, podría concurrir a las elecciones presidenciales de 2022 con 77 años.

Lula se vio obligado a ceder su puesto en dos ocasiones, primero a la expresidenta Dilma Rousseff, quien fue destituida en 2016 en un juicio político tras perder el apoyo del Congreso, y luego con el exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad, a quien ungió como candidato presidencial tras ser impedido por la justicia de participar en las elecciones de 2018 tras su condena por corrupción.

Tanto Rousseff como Haddad, derrotado en la segunda vuelta de los comicios por Bolsonaro, no consiguieron desprender el carisma de su padrino político, quien nunca dejó de mover los hilos del PT, incluso cuando estuvo encarcelado.

Desde entonces, ningún otro nombre ha conseguido abrirse paso en el seno del PT, que sigue manteniendo el silencio sobre cuál podría ser el futuro del partido más allá de Lula.

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