Texas

“No me quiero morir”: Iván Cantú habla desde la cárcel a días de ser ejecutado en Texas

Telemundo

WEST LIVINGSTON, TEXAS. ― Iván Cantú es consciente de que se le está acabando el tiempo. Se aferra al auricular negro en su prisión y lucha por hacerse oír ante un mundo que hace 24 años lo condenó a muerte por dos asesinatos que, según se defiende, no cometió.

“Desde el primer día [...] estaba todo para investigar el caso y probar mi inocencia. Pero cuando lo expliqué no me creyeron", se lamenta Cantú a Noticias Telemundo en el corredor de la muerte de la prisión Allan B. Polunsky, en West Livingston, a las orillas de un lago y a 80 millas al norte de Houston. La cárcel alberga a 2,937 presos. Al menos 180 de ellos, como él, aguardan su ejecución.

Cantú, un hispano nacido en Dallas hace 50 años de padre mexicano y que no habla español, sólo inglés, fue condenado a muerte en octubre de 2001 y, tras dos aplazamientos (en 2012 y 2023), su ejecución está planeada para este 28 de febrero si su recurso legal de última hora no lo evita.

"A menudo pienso en eso porque no me quiero morir”, dice, "sólo faltan días para que quieran ponerme en una camilla [para recibir la inyección letal] por un crimen que no cometí. Estamos haciendo todo lo posible para presentar la información a las cortes, pero es como si no les importara", agrega.

"ESTOY EN CONTRA DE LA PENA DE MUERTE"

Cantú, de contextura delgada, ojeroso y con una palidez espectral, era el único reo que estaba el 14 de febrero, día de San Valentín, en las 40 cabinas del área de visitas de la prisión, lo que acentuaba su aire desolado. Sentado en una diminuta cabina blanca, un grueso cristal le separaba de los periodistas. A su espalda, una reja metálica con candado. Si abría los brazos, se tropezaba con los tabiques a ambos lados. Dos guardas y dos funcionarias de comunicación de la cárcel lo vigilaban; en la puerta de la sala había dos guardas más.

"Estoy en contra de la pena de muerte, no es justo", afirma. "Todas y cada una de las situaciones son diferentes. Desde un punto de vista humano, ¿cómo se prueba que matar está mal? ¿Matando gente? Eso es lo que hacen. Si alejas a las personas de la violencia o de las drogas o de cualquier locura que esté sucediendo en sus vidas y les quitas eso, la gente puede ser decente y estar bien", concluye.

Cantú fue hallado culpable por un jurado del asesinato de su primo, James Mosqueda, de 27 años; y de Amy Kitchen, la prometida de Mosqueda, de 22 años. Cantú tenía 28 años en ese entonces. Ambos fueron abatidos a tiros en el dormitorio de su casa en el norte de Dallas el 3 de noviembre de 2000, según se determinó en la sentencia.

"Es un sentimiento de hundimiento porque te piden que te levantes", cuenta sobre el momento en el que escuchó su sentencia. "Y ahí es cuando te dicen que esas personas en el jurado votaron y llegaron a un acuerdo para querer ejecutarte. Mi corazón dio un vuelco, literalmente estaba en shock", agrega, "había tantas cosas que necesitaban saber y que no sabían".

"Si miras la evidencia sabrás claramente que no cometí el crimen", dice con firmeza mientras mira las paredes con murales pintados con coloridos personajes como Sonic o Cookie Monster, y unas ruidosas máquinas expendedoras de refrescos y dulces del lado de los periodistas, lejos de su alcance.

"Estoy del otro lado de esta ventana porque la Fiscalía no investigó a fondo mi caso. Y cuando el Departamento de Policía de Dallas les presentó los documentos y las declaraciones falsas de los testigos y la narrativa falsa, lo tomaron al pie de la letra, no lo investigaron. Presentaron la información a un jurado y le pidieron que me condenaran. Y lo hicieron", asevera Cantú con desesperación.

Vestido con el atuendo estándar de los prisioneros, de color blanco y con puños y cuello naranja, Cantú habla rápidamente a través del auricular negro de la cabina. Consciente de que no tiene tiempo que perder (la cárcel concedió una hora de límite para la entrevista), conversa con precisión sobre detalles y sucesos ocurridos hace décadas como si los hubiera repasado en su cabeza una y otra vez.

"Debo hacer todo lo que pueda para mantener mi cabeza ocupada y funcionando, ya sea escribiendo cartas, leyendo libros o estando al tanto de mi caso para evitar que mi mente se deteriore y ayudar a mi equipo a desentrañar mi condena errónea y volver a casa", dice.

PRUEBAS CONCLUYENTES EN CONTRA DE CANTÚ

El jurado dictaminó de forma unánime en 2001 que la acusación en su contra era irrefutable y le condenó a morir por la inyección letal.

El automóvil de su primo, James Mosqueda, un Chevrolet Corvette, fue hallado estacionado en Dallas afuera del apartamento de Cantú y de su prometida, Amy Boettcher, a poco más de una milla de la escena del crimen. En el cubo de basura de la cocina del apartamento se encontraron unos jeans y unos calcetines con gotas de sangre de las víctimas. Boettcher le dijo a la policía que Cantú había cometido los asesinatos, que incluso la había llevado al lugar del crimen, y que le había enseñado los cadáveres.

"Amy mintió", dice Cantú en la entrevista, "incluso llegó a decir que la llevé a la escena del crimen para ver los cadáveres. Y eso no es cierto. Además, el momento de la muerte no fue investigado. Decían que sucedió el día 3 de noviembre. Pero los médicos forenses en los informes que tenemos hoy muestran que la muerte fue el día 4 en la mañana, eso muestra que no podía estar en la escena del crimen", agrega Cantú, recalcando que en ese momento estaba en Arkansas.

Los informes a los que se refiere fueron elaborados por expertos forenses contratados por sus abogados después del juicio y de la condena, y fueron presentados en su petición de clemencia a la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Texas el 6 de febrero.

Antes del juicio, hace casi un cuarto de siglo, los abogados de Cantú entonces, de oficio (asignados por el estado a quien no puede o quiere pagar por su defensa), no pidieron que se nombrara un investigador del caso, por lo que dependía de ellos examinar a los testigos y las pruebas presentados por la Fiscalía. Tampoco pidieron la ayuda de un experto en ADN, en balística, en examen de huellas dactilares, en salpicaduras de sangre o en medicina forense, como sí hizo la Fiscalía. Tampoco llamaron a ningún testigo, ni interrogaron al médico forense. Después de que la Fiscalía diera por terminado el proceso judicial, la defensa también lo hizo.

En su alegato final, el abogado de Cantú, J. Matthew Goeller (asistido por Don High), admitió la culpabilidad de su cliente en contra de sus deseos; Cantú interrumpió el juicio y preguntó entonces al juez si podía representarse a sí mismo, según muestran los documentos legales, pero su petición fue denegada.

"Dijeron que yo no era digno de una sentencia de cadena perpetua y decidieron programarme para mi ejecución", lamenta, "pero hoy en día el presidente del jurado, junto con un par de otros miembros del jurado, se han presentado e hicieron declaraciones juradas para mi apelación diciendo que, con lo que saben hoy y la información que ha surgido y con las mentiras que hemos podido demostrar de los testigos o incluso del Departamento de Policía, no me habrían condenado. Y ciertamente no me habrían sentenciado a muerte".

En los años transcurridos desde su condena, la abogada de Cantú, Gena Bunn (que lo representa pro bono desde hace 15 años), investigadores privados y un productor independiente de podcasts, Matt Duff, dicen haber hallado nuevas pruebas que en su opinión desacreditan a la principal testigo de la Fiscalía –Amy Boettcher, la exprometida de Cantú– y arrojan, dicen, dudas de su culpabilidad.

"Hoy tenemos algo tangible para probar que la Fiscalía le mintió al jurado", afirma Cantú, "y eso es un sentimiento muy, muy bueno".

Sin embargo, ninguna corte ha accedido por ahora a analizar esa información nueva. En abril de 2023, una apelación de última hora que mencionaba los testimonios cuestionados por la defensa llevó al juez de distrito del condado Collin, Benjamin Smith, a poner en pausa la ejecución cuando sólo quedaban siete días para matarlo.

Pero la Corte Penal de Apelaciones de Texas desestimó cuatro meses después una solicitud de vista probatoria y se fijó nueva fecha para la ejecución: Cantú morirá el 28 de febrero a menos que la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Texas acepte su petición o que el gobernador, el republicano Greg Abbott, decida en el último momento paralizar la ejecución.

QUÉ ELEMENTOS PONE EN CUESTIÓN LA DEFENSA

Los cadáveres de James Mosqueda y Amy Kitchen fueron hallados el 4 de noviembre con múltiples disparos, pero la policía no encontró un arma en su vivienda. Mosqueda era traficante de drogas, según la Fiscalía. Kitchen estudiaba enfermería. Se habían comprometido pocos meses antes. La policía dijo que faltaban objetos de la casa, entre ellos un reloj Rolex de Mosqueda y el anillo de compromiso.

Poco después del hallazgo de los cadáveres, la madre de Cantú pidió a la policía que comprobara el estado de salud de su hijo, según consta en documentos judiciales. Esa misma tarde acudió con agentes a la casa de su hijo, donde vieron un agujero de bala en la pared. Cantú estaba entonces de viaje con su prometida; había salido el 4 de noviembre por la mañana a visitar a los padres de ella en Arkansas. Horas después, los investigadores hallaron el auto de Mosqueda en el estacionamiento del complejo de vivienda de Cantú.

En un registro policial el 7 de noviembre hallaron ropa con sangre en el cubo de basura, así como una caja de balas y las llaves del auto de Amy Kitchen, un Mercedes Benz. Cantú seguía en Arkansas, pero habló con amigos y familiares de los asesinatos, e incluso les contó el supuesto origen del agujero de bala en su casa: el 2 de noviembre, dijo, que un hombre vestido de repartidor de pizzas fue a su casa a intimidarlo alegando que Mosqueda le debía mucho dinero pero no podía encontrarlo; hizo un disparo de advertencia contra la pared.

Cantú regresó a Dallas junto a su prometida, Amy Boettcher, el 7 de noviembre, según los documentos judiciales, y tenía previsto acudir a hablar con la policía al día siguiente. Fue con Boettcher a la casa de una exnovia de Cantú, Tawny Svihovec, a pasar la noche. Al día siguiente, Cantú y Svihovec salieron de la casa y Boettcher se quedó allí, según los documentos. A mediodía Cantú la llamó y le dijo que había sido detenido. Boettcher voló a Arkansas con sus padres y les dijo a ellos y a la policía que Cantu había cometidos los asesinatos y que incluso la llevó a la escena del crimen esa misma noche.

Cantú dice que Boettcher mintió, y su equipo legal asegura haber hallado evidencias que ponen en duda su culpabilidad. Una agente que acudió con la madre de Cantú al chequeo previo de su vivienda declaró que la ropa ensangrentada no estaba entonces en el cubo de basura. Los pantalones, además, según Boettcher eran de Cantú, pero tenían talla 34/32 y Cantú asegura que su talla era 30/30.

Boettcher afirmó además que la noche de los asesinatos vio a Cantú con el Rolex de Mosqueda, pero en 2019 el padre de Cantú, Abner Cantú, dijo haber descubierto que el hermano de la prometida de Mosqueda se llevó ese reloj de la escena del crimen y se lo entregó a la policía, que se lo devolvió a la madre de Mosqueda.

Boettcher testificó además que, la noche del crimen, Cantú le pidió que se casara con él y le dio un anillo de diamantes que más tarde supo que era el que Mosqueda le regaló a su prometida. Según dijo, Cantú le quitó el anillo cuando regresó a Dallas y supuestamente se deshizo de él. Pero unos testigos hallados por la abogada de Cantú dicen que Boettcher ya tenía un anillo una semana antes del crimen.

Además, Jeff Boettcher, hermano de la prometida de Cantú, testificó en el juicio que éste le había dicho que planeaba matar a Mosqueda y había tratado de captarlo para "limpiar" después del asesinato. En 2022 se retractó, alegando que cuando testificó estaba bajo el efecto de las drogas, y que la conversación "nunca sucedió".

Boettcher falleció en 2021 a los 44 años.

20 HORAS AL DÍA EN SU CELDA DEL CORREDOR

En el corredor de la muerte, los presos pasan entre 20 y 22 horas al día encerrados en su celda. Los días de recreación “están limitados”, explica Cantú, que agradece cuando puede salir “a una sala de estar o incluso a tomar el fresco”. De la comida, lo que más le gustan son los panqueques. La comunicación con su familia o su abogada “fue muy limitada durante años”, asegura, pese a ser “clave y necesaria”.

Las reglas de seguridad son extremas. "Como estoy en el corredor de la muerte, a donde quiera que vaya estoy esposado. A menos que esté en mi celda o en una jaula más pequeña como ésta", expresó. Tomar una ducha, recibir visitas o incluso ir al médico es un respiro porque le permite caminar y así estirar un poco las piernas, cuenta.

En enero de 2023 un grupo de presos interpuso una demanda ante una corte federal de Houston, aún sin resolver, denunciando que el aislamiento les priva de su derecho a acceder a atención médica y legal, les causa graves daños físicos y psicológicos y viola la Octava Enmienda de la Constitución (que veta castigos crueles e inusuales).

La mayoría de los 180 condenados a la pena capital (todos ellos por asesinato, el único delito que merece este castigo en Texas) llevan años en el corredor de la muerte; unos 75, como Cantú, lleva más de dos décadas.

"Describir este lugar donde he estado los últimos 23 años, no es fácil. Vivo en una pequeña celda alejado de mis amigos y familia, y mi recreación es limitada. El contacto con la gente es limitado. Pero lo tomo día a día y hace un año tuvimos la suerte de tener acceso a tabletas para ayudar con las llamadas o incluso tener acceso a mensajes. Pero eso sólo lo hemos tenido durante un año", asevera

Al menos ocho presos condenados a muerte han muerto por suicidio en los últimos 20 años, según registros penitenciarios consultados por el diario Texas Tribune. El más reciente sucedió el 21 de enero, cuando Terence Andrus, de 34 años, fue hallado sin vida en su celda.

"La marea está cambiando, poco a poco. Hace dos semanas empezó un plan piloto en el que han permitido que los presos condenados a muerte disfruten de recreación en grupo", dice Cantú, "creo que la demanda era necesaria para ponerlo en marcha y creo que a la administración le alegra que el plan vaya a funcionar y tener éxito".

"IVAN NO TUVO UN JUICIO JUSTO"

Matt Duff lanzó en 2020 su podcast Cousins by blood sobre el caso de Cantú. "La mayor parte de las acusaciones provinieron de su novia en ese momento, Amy Boettcher", dijo Duff a Noticias Telemundo. "Su versión fue tomada como un hecho por la corte. Pero su historia me parecía ridícula. Con el tiempo, hemos podido demostrar que la testigo estrella del estado dio un testimonio fraudulento", asevera.

Pero no pone las manos en el fuego por la inocencia de Cantú porque, afirma, sus pesquisas no prueban eso, sólo que, en su opinión, hubo irregularidades en el juicio por el que fue condenado. "Sólo me gustaría que se reflexione sobre su inocencia o culpa, pero sí podemos demostrar que Ivan no tuvo un juicio justo", asevera.

La Junta de Indultos y Libertad Condicional, que históricamente no suele ser receptiva a peticiones de condenados, no inspira muchas esperanzas a Cantú, que pide: "Le hago un llamado al fiscal del condado de Collin; al gobernador, [Greg] Abbott; y al mundo entero: no pido nada especial, sólo lo que me corresponde por ley. Quiero que me den un día justo en la corte, con un abogado que sepa lo que hace y cómo presentar el caso. Así podremos probar mi inocencia y desentrañar mi condena injusta".

Noticias Telemundo contactó a la Fiscalía del condado Collin sobre el caso y un vocero respondió, por correo electrónico, que su política es "no comentar ningún caso penal pendiente en corte". El Departamento de Policía de Dallas tampoco hizo comentarios.

Las familias de James Mosqueda y Amy Kitchen declinaron opinar sobre el caso a petición de Noticias Telemundo, pero en una página de la red social Facebook la familia de Kitchen escribió el pasado 2 de febrero: "Esperemos que finalmente haya justicia para Amy y James y que la ejecución se lleve a cabo".

"SON TAMBIÉN MI FAMILIA, TODO ES MUY TRISTE"

Cantú dijo que, mientras se acerca su fecha de ejecución, también piensa en el dolor y angustia de los familiares de las víctimas: "Son también mi familia, todo esto es muy triste. Pienso en ellos porque James era mi primo, crecimos juntos. Hay tantos recuerdos, nuestras vidas se vieron truncadas. Toda la familia necesita saber la verdad. Ellos asumieron que la fiscalía y la policía estaban siendo honestos y sinceros, pero no lo fueron. Todos necesitamos justicia".

Su caso ha llamado la atención del público y miles de personas han firmado una petición online para su liberación. Celebridades como Kim Kardashian, Martin Sheen o Jane Fonda, y organizaciones como Amnistía Internacional han abogado para que su condena se revise.

"Hay dudas sobre su representación legal en el juicio, el testimonio de la principal testigo del estado, y las evidencias. Hemos visto que varias personas del jurado han salido diciendo que también tienen dudas sobre si realmente es culpable o no en el caso", afirma Mary Kapron, investigadora de Amnistía Internacional en Estados Unidos.

Texas es el estado con más ejecuciones, 586 desde 1976. En 2023 fueron ejecutados ocho reos. Según el Death Penalty Information Center, desde 1973 al menos 196 personas acusadas y sentenciadas a muerte fueron exoneradas en Estados Unidos, 16 de ellas en Texas.

Es el caso de Clemente Aguirre, un hondureño que pasó más de 10 años en el corredor de la muerte en Florida por la muerte de una mujer y su hija. Salió en libertad en 2018 gracias a pruebas de ADN.

"Yo no digo que este hombre es inocente, no digo que él no lo hizo. Yo lo que digo es que hay muchas cosas erróneas en su caso, ¿cuál es el miedo de darle un juicio nuevo?", expresó Aguirre sobre Cantú.

A pocos días de su ejecución, Cantú se lamenta: "Solo quiero abrazar a mi mamá, pasar un tiempo con ella y mi hermano, viajar con ellos a algún lugar. La familia es lo más importante y yo tengo más de 20 años lejos, sin poder tocar a nadie. Eso es la peor condena".

"Tengo una madre maravillosa", agrega, "pero esta situación le ha roto el corazón. Además, financieramente y espiritualmente nos ha roto. Me siento desesperado, impotente por ellos. Pero sé que sólo es cuestión de tiempo", concluye, "si me dan nuevo juicio podremos demostrar mi inocencia y me llevarán a casa". Pero si los recursos de su abogada son rechazados, el 28 de febrero morirá en prisión.

Este artículo fue publicado originalmente para nuestra cadena hermana Noticias Telemundo. Para más de Noticias Telemundo, entra aquí.

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