NUEVA YORK -- Una histórica sinagoga de Brooklyn que sirve como centro de un influyente movimiento judío jasídico fue destruida esta semana durante una inusual disputa comunitaria que comenzó con el descubrimiento de un túnel subterráneo secreto y terminó en una pelea entre fieles y la policía.
El conflicto estalló en la sede mundial del movimiento, Jabad-Lubavitch en Crown Heights, un centro judío profundamente venerado que cada año recibe miles de visitantes, incluidos estudiantes internacionales y líderes religiosos.
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Su fachada de estilo neogótico, inmediatamente reconocible para los seguidores del movimiento Jabad, ha inspirado docenas de réplicas en todo el mundo.
Pero el martes, la sinagoga permaneció cerrada por barricadas policiales mientras agentes de seguridad de edificios de la Ciudad de Nueva York inspeccionaban si un túnel excavado sin permiso oficial podría haber causado daños estructurales a la famosa propiedad.
Los funcionarios y los lugareños dijeron que jóvenes de la comunidad construyeron recientemente el pasaje al santuario en secreto. Cuando los líderes del grupo intentaron cerrarlo el lunes, organizaron una protesta que se tornó violenta cuando la policía intervino para realizar arrestos.
El propósito exacto y la procedencia del túnel que provocó el altercado siguieron siendo objeto de cierto debate.
Se cree que el pasadizo comenzó en el sótano de un edificio de apartamentos vacío detrás de la sede, serpenteando bajo una serie de oficinas y salas de conferencias antes de conectarse finalmente con la sinagoga, según Motti Seligson, portavoz de Jabad.
Calificó su construcción como un acto de vandalismo deshonesto cometido por un grupo de jóvenes descarriados, condenando a los “extremistas que atravesaron el muro de la sinagoga, destrozando el santuario, en un esfuerzo por preservar su acceso no autorizado”.
Mientras tanto, quienes apoyaron el túnel dijeron que estaban llevando a cabo un plan de “expansión” imaginado durante mucho tiempo por el exlíder del movimiento Jabad, Rebbe Menachem Mendel Schneerson.
Schneerson dirigió Chabad-Lubavitch durante más de cuatro décadas antes de su muerte en 1994, revitalizando una comunidad religiosa jasídica que había sido devastada por el Holocausto.
Los partidarios de la ampliación dijeron que el sótano de la sinagoga había estado abarrotada durante mucho tiempo, lo que provocó una presión para anexar espacio adicional que algunos en la comunidad consideraron que estaba tomando demasiado tiempo.
Muchos de esos partidarios suscriben la creencia mesiánica de que Schneerson todavía está vivo.
“Eso es lo que quiere el rabino, eso es lo que todos quieren”, dijo Zalmy Grossman, un residente de Brooklyn de 21 años. Dijo que el proyecto del túnel comenzó a fines del año pasado como una forma de conectar la sinagoga con “todo el espacio vacío” detrás de ella.
Los líderes de Jabad se negaron a decir cuándo descubrieron la conexión clandestina. Pero varios fieles dijeron que la noticia de la existencia del túnel se había extendido por la comunidad en las últimas semanas.
La situación llegó a un punto crítico el lunes, cuando llegó un camión de cemento para sellar la abertura. Luego, los defensores del túnel organizaron una protesta y arrancaron el revestimiento de madera de la sinagoga.
Un portavoz del departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York dijo que los agentes fueron llamados al edificio por la tarde para responder a un grupo desordenado que estaba invadiendo y dañando una pared.
Durante varias horas, la policía suplicó a los jóvenes que abandonaran la entrada del túnel, según testigos. Después de que se negaron, los agentes cubrieron el área con una cortina blanca y entraron en la grieta polvorienta con bridas para detener a los manifestantes.
“Cuando sacaron a la primera persona con bridas, se produjo el estallido”, dijo Baruch Dahan, un joven de 21 años que estudiaba en la sinagoga y que grabó en video a los feligreses peleando. "Casi todo el mundo estaba en contra de lo que hicieron, pero tan pronto como la gente vio las esposas hubo confusión y empujones".
Las imágenes publicadas en las redes sociales muestran a decenas de espectadores, en su mayoría hombres jóvenes, burlándose de los agentes de asuntos comunitarios de la policía de Nueva York. Algunos levantaron escritorios de madera en el aire, haciendo que los libros de oraciones se dispersaran. En respuesta, un oficial pareció desplegar un aerosol irritante para dispersar al grupo.
