El centro de detención juvenil Darrell B. Hester abrió sus puertas en 1995 en San Benito, Texas.
Actualmente, sus instalaciones albergan alrededor de 35 niños y 15 niñas.
Ahí se encuentran menores acusados y convictos de crímenes que varían desde amenazas a estudiantes en la escuela hasta crímenes más severos como asesinato.
Ellos toman clases de ocho de la mañana a tres de la tarde. Si hay buen comportamiento de los menores, se les permite convivir con sus compañeros, ver la televisión y jugar cartas.
Los padres de los menores pueden visitar a sus hijos cada siete días. Esta visita es por un cristal y la comunicación es por medio de una bocina.
A pesar de tener un cuarto de computadoras, estos jóvenes no tienen acceso al internet, mucho menos a las redes sociales. Tienen que seguir las reglas del centro para poder cumplir el tiempo que les impuso un juez y así poder salir y poder ver nuevamente la luz del sol.