En un tiempo, a Verónica Salazar se le hizo difícil aceptar que el cáncer le arrebató parte de su rostro y ya no era la misma.
“Me acuerdo que me vi al espejo y me vi horrible. La gente se me quedaba mirando porque era muy impactante. Los niños se asustaban conmigo y lloraban”, recuerda esta mujer cuya recuperación tomó ocho años.
Tenía solamente 25 años cuando tras un fuerte dolor en el rostro se descubrió que padecía cáncer que le había afectado el área maxilar derecha.
Se tuvo que someter a múltiples operaciones y tratamientos médicos. Una vez fue dada de alta de un hospital en Houston regresó a Matamoros y se integró a la comunidad.
Continuó ayudando al prójimo como si nada hubiese sucedido hasta que eventualmente se convirtió en la presidenta del DIF (Desarrollo Integral de Familia), en Matamoros.
“He aprendido a disfrutar mi situación, como soy físicamente”, asegura. Incluso, en tono de broma le contesta a su esposo, Jorge Reyes, que se siente como artista ya que todos se voltean a verla.
Para él, tenerla como esposa ha sido una bendición. “La belleza es interna, lo externo se va con el tiempo y eso es algo que no lo digo yo. Eso es real”, dice Reyes convencido.
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Pero, aún más importante es que Salazar tiene un corazón noble. “Soy una mujer que le encanta tocar puertas para pedir ayuda para alguien más”, afirma.
Al final Dios “tiene un propósito para cada quien. Y debes aceptarlo, abrazarlo y seguir adelante”.
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