Los vientos y lluvia del huracán Dolly hace tiempo que desaparecieron pero sus efectos siguen presentes para la familia Vidal, en Puerto Isabel.
Todavía se puede apreciar la ausencia de una pequeña parte del techo de su casa.
“Nos dañó unos muebles, unas televisiones también. Ropa de mis hijos y mucha cosas. Pues hemos tardado bastante para recuperarnos. Horita nos vamos a tener que mover de aquí porque la ‘traila’ está muy dañada”, relata Martha Patricia Vidal.
A los hijos mayores de los Vidal les tocó vivir en carne propia los estragos por el paso de Dolly en 2008.
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Los servicios básicos en el área se vieron interrumpidos por tres semanas.
“Realmente pos escaseó el alimento por donde quiera. No había luz, no había hielo como para el agua. No había agua. Fue muy difícil”, recuerda Román Vidal Reyes.
En ese momento, la impotencia se apoderó de ellos ya que no podían darles a sus hijos lo suficiente.
“Siempre vive uno con el temor de que precisamente el ojo del huracán vaya a entrar por estos rumbos”, expresa Román.
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